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5 Citas Con Mi Psicóloga: ¿Por qué en Ocasiones no me siento suficiente?

Actualizado: hace 5 días



“Porque Mariano, en muchas ocasiones, no vas a ser suficiente. Cada persona tiene sus parámetros. No encajamos en el de todos. Es normal, en ocasiones no ser suficiente para algunas personas, circunstancias u ocasiones. Lo importante es que tú puedas sentirte valioso y suficiente.”


Esa frase me la dijo mi psicóloga. Me dejó callado.


Porque aunque suene sencillo, nadie te prepara para el momento en que te das cuenta de que no siempre vas a dar el ancho. Que por más que lo intentes, habrá proyectos donde no encajes, relaciones donde no seas el ideal, lugares donde no te sientas bienvenido.


Y no es un fallo. Es simplemente parte de estar vivo.


Pasamos tanto tiempo buscando aprobación, midiendo nuestra valía en reacciones, likes, contratos o respuestas afirmativas, que se nos olvida lo esencial: ¿Qué pasa si no encajo ahí, pero aún así tengo valor? ¿Qué pasa si no soy lo que el otro esperaba, pero no por eso valgo menos?



Estas sesiones con mi psicóloga fueron justo eso: un intento honesto de dejar de buscar afuera lo que solo puedo construir adentro. Aquí van cinco encuentros donde no encontré fórmulas mágicas, pero sí preguntas que todavía resuenan, y palabras que siguen reacomodando cosas por dentro.


Ojalá algo de esto también te resuene a ti.



Siempre me ha intrigado saber qué es lo que otras personas hablan en terapia. No por morbo ni curiosidad vacía, sino porque creo que, al final, todos compartimos los mismos miedos. Esos pensamientos que nos acompañan en el silencio, las dudas que nos paralizan, las historias que nos contamos sobre quiénes somos y lo que deberíamos ser.


Pero, ¿quién va por la vida preguntando a los demás qué descubren en terapia? ¿Cuántas personas realmente se atreven a hablar de eso? Como no quería quedarme con la duda, decidí hacerlo yo mismo: abrir ese espacio, poner mis propias sesiones sobre la mesa y compartirlas. Quizá algo de lo que encontré en esas conversaciones resuene contigo querido lector.



Durante cinco sesiones con mi psicóloga, documenté las palabras que me hicieron detenerme, los cuestionamientos que me dejaron sin respuestas inmediatas, los momentos en los que algo dentro de mí cambió. No fue un proceso lineal ni cómodo. A veces, el avance se sentía más como un tropiezo. Pero, en medio de todo, hubo algo claro: el valor de permitirme escucharme.


Admiro profundamente a Brenda, mi psicóloga. Tiene un equilibrio perfecto entre suavidad y firmeza. Su forma de escuchar es un arte: hace que te sientas comprendido, sin prisa ni juicio. Pero también tiene la valentía de señalar aquello que necesita cambiar, aunque sea difícil de escuchar. Nunca me endulza las palabras ni me deja quedarme en la comodidad de mis excusas. Es una guía, no un eco complaciente.



Uno de esos momentos llegó cuando me dijo algo que no esperaba:


“Mariano, ni por más que te vayas a colar en más producciones de Dairy Queen o Pastelerías Marisa te hará más valioso. No necesitas otra publicación en la FIL, ni lanzarte en paracaídas para importar. ¡Te lo juro! Eres más que suficiente”.


Y ahí estaba. Algo tan sencillo y, al mismo tiempo, tan difícil de creer. Porque, a veces, nos convencemos de que el valor propio es un título que debemos renovar constantemente. Pensamos que necesitamos el siguiente logro, la siguiente meta, la siguiente validación externa para sentir que estamos completos.


Como sociedad, tendemos a ver todo de forma polarizada. Buscamos respuestas binarias: éxito o fracaso, amor verdadero o desilusión, blanco o negro. Esto se refleja en libros como Is He Mr. Right? (Dr. Mira Kirshenbaum, 2006), que plantea la idea de medir la compatibilidad con parámetros definidos. Si bien estos marcos pueden ser útiles, es importante recordar que los parámetros los ponemos nosotros. No hay un molde único que determine nuestro valor o nuestras relaciones. Lo mismo sucede con Los Cuatro Acuerdos (Miguel Ruiz, 1997), que nos invita a cuestionar las creencias impuestas y construir nuestra propia verdad.


Además, en Fight Right: How Successful Couples Turn Conflict into Connection (Julie Schwartz Gottman y John Gottman, 2023), se nos muestra que el conflicto no es algo que debamos evitar o temer, sino una herramienta de crecimiento. En terapia, aprendí que muchas veces el conflicto interno es la batalla más compleja, esa que libramos con nuestras propias expectativas y narrativas. No se trata de eliminar esas luchas, sino de aprender a manejarlas de una forma que nos permita evolucionar.



En una de nuestras sesiones, Brenda me explicó este punto con una metáfora que se quedó conmigo:


“Imagina que tienes en la mano una moneda que lanzas al aire cada vez que buscas validación externa. Cara, te sientes valioso; cruz, te sientes insuficiente. Pero el problema no es el resultado, sino el hecho de que sigues lanzando la moneda. Si tu valor depende de algo externo, siempre estarás en manos del azar. La verdadera libertad viene cuando dejas de jugar ese juego y empiezas a definir tu propio valor sin necesidad de la moneda”.


A lo largo de nuestras sesiones, he visto cómo su enfoque puede transformar no solo mi manera de pensar, sino también la de otros. Me ha enseñado que el cambio es posible si estamos dispuestos a enfrentarnos a nuestras propias narrativas y reconstruirlas. Su trabajo me ha demostrado que, con guía y voluntad, podemos mejorar en muchas áreas de nuestra vida.


Este blog no es un manifiesto sobre salud mental ni un intento de dar respuestas definitivas. Es solo una ventana a cinco encuentros con mi psicóloga, cinco momentos en los que intenté entenderme mejor. Lo comparto por si algo de esto puede servirte, si en algún punto resuena contigo o si, de alguna manera, se siente como un pequeño curita al corazón.



Reflexión sobre la validación externa y el autoconocimiento


A menudo nos encontramos buscando validación en los lugares incorrectos: las redes sociales, el trabajo, las opiniones de los demás. Nos pasamos la vida lanzando esa “moneda” que nos dice si somos suficientes o no. Pero lo que he aprendido, con la ayuda de Brenda, es que el verdadero poder radica en dejar de jugar a ese juego.


Los cuatro acuerdos – Don Miguel Ruiz


“No te tomes nada personalmente. Nada de lo que otros hacen es por ti. Lo que otros dicen y hacen es una proyección de su propia realidad.”


Esta idea desmonta gran parte del sufrimiento emocional: creer que todo es contra nosotros. A veces, el rechazo no tiene nada que ver contigo y todo que ver con las batallas internas del otro.


No se trata de rechazar completamente la validación externa, ya que las relaciones humanas siempre nos van a influir de alguna forma, pero sí de dejar de basar nuestra autoestima en lo que los demás piensan de nosotros. Como me dijo Brenda en una de nuestras sesiones: “Lo que las demás personas piensan de ti no tiene que ver con tu valor. Tienes que encontrarlo en ti mismo.”



La paradoja de las metas y logros


Algo que también me ha dejado pensando es la paradoja entre los logros y el valor personal. La sociedad nos enseña a medir nuestro valor en función de lo que conseguimos: un título, un ascenso, una nueva relación, una publicación en un medio importante. Sin embargo, he aprendido que la verdadera satisfacción proviene de descubrir que no necesitamos todo eso para ser valiosos. Al contrario, si vivimos persiguiendo metas sin parar, corremos el riesgo de perder lo más importante: nuestra esencia.


Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus – John Gray


“Cuando un hombre puede escuchar a una mujer sin enojarse ni intentar arreglarla, le brinda un regalo verdaderamente especial.”


La escucha genuina no necesita soluciones, sino presencia. Y eso aplica tanto hacia otros como hacia uno mismo. No siempre hay que arreglar el problema, a veces basta con quedarnos a escucharnos sin juicio.


Cuando Brenda me dijo: “Eres más que suficiente,” no solo estaba diciendo que no necesitaba más logros para ser valioso, sino que también me invitaba a reflexionar sobre la forma en que percibo mis propios logros. No se trata de verlos como una lista de validaciones externas, sino como pasos que forman parte de mi crecimiento personal.



El conflicto interno como motor de crecimiento


Uno de los mayores aprendizajes de mis sesiones ha sido entender que el conflicto, en lugar de ser algo negativo, puede ser una herramienta poderosa para el crecimiento personal. En terapia, muchas veces nos enfrentamos a nuestras propias sombras, a esas partes de nosotros que no queremos ver. Pero enfrentar esos conflictos internos nos permite, con el tiempo, crecer y evolucionar.


Lo que dice Fight Right sobre cómo los conflictos no deben ser evitados, sino utilizados como herramientas para conectar mejor, me ha dado una nueva perspectiva sobre cómo ver las diferencias y los desacuerdos en mi vida. En lugar de temerlos, debo abrazarlos, pues son una oportunidad para aprender más sobre mí mismo y sobre lo que quiero.



La importancia de encontrar nuestro propio valor


Definir nuestro propio valor es un proceso. No es algo que ocurra de la noche a la mañana. En el camino, habrá momentos de duda, de incertidumbre, pero también habrá momentos de claridad, como los que viví en las sesiones con Brenda. Y aunque a veces puede ser difícil, con el tiempo, aprenderemos a confiar en nuestra propia voz.


Cómo hacer que te pasen cosas buenas – Marian Rojas Estapé


“La felicidad no es lo que te pasa, sino cómo interpretas lo que te pasa.”


Esta frase es clave en terapia. El trabajo interno no cambia lo que sucede afuera, pero sí cambia desde qué lugar lo vivimos. Interpretar con compasión, calma y perspectiva puede ser más transformador que cualquier logro externo.


Recuerdo una cita que me impactó profundamente: “La verdadera libertad viene cuando dejas de jugar ese juego y empiezas a definir tu propio valor sin necesidad de la moneda.” Estas palabras siguen resonando en mí cada vez que me encuentro buscando esa validación externa.


Este viaje es personal, y aunque cada uno tiene su propio camino, lo que quiero compartir aquí es que es posible aprender a estar en paz con uno mismo, a ser nuestra propia fuente de validación, sin depender de lo que los demás piensan o dicen.



"Cuando una persona aprende a gestionar sus emociones y a identificar qué le hace bien, empieza a elegir mejor a las personas que la rodean. La clave no está en buscar validación, sino en construir relaciones que aporten seguridad y equilibrio.”


— Marian Rojas Estapé, Cómo hacer que te pasen cosas buenas (2018)


En Cómo hacer que te pasen cosas buenas, Marian Rojas Estapé explora cómo nuestro bienestar emocional está directamente ligado a las personas con las que nos rodeamos. Habla del concepto de la persona vitamina: esos seres que nos nutren emocionalmente, nos impulsan a crecer y nos hacen sentir seguros.



En terapia, me di cuenta de que muchas veces buscamos validación en los lugares equivocados. Nos aferramos a relaciones, trabajos o logros con la esperanza de que nos otorguen un sentido de valía, cuando en realidad, la verdadera estabilidad viene de quienes nos acompañan en los momentos de duda sin juzgarnos ni exigirnos ser otra versión de nosotros mismos


Rojas Estapé plantea que la ansiedad y la baja autoestima muchas veces surgen de no haber aprendido a gestionar nuestras emociones y a elegir a las personas adecuadas. Es decir, si seguimos buscando validación en logros o en personas que no pueden darnos el sostén emocional que necesitamos, terminamos atrapados en un ciclo de insatisfacción.



Terapia me ayudó a hacerme una pregunta clave: ¿Estoy rodeándome de personas que me hacen bien, o de personas que refuerzan mis inseguridades? Fue un golpe de realidad, pero también un punto de inflexión. Porque cuando aprendes a identificar a esas personas vitamina, te das cuenta de que tu valor no se mide en éxitos acumulados, sino en cómo te sientes contigo mismo, incluso en los días en los que no hay logros que presumir.


En Encuentra a tu persona vitamina, Marian Rojas Estapé explica que nuestra historia emocional moldea la manera en que nos vinculamos con los demás. Muchas veces, sin darnos cuenta, repetimos patrones que nos llevan a buscar validación en personas que refuerzan nuestras heridas en lugar de sanarlas. Como dice la autora:


“Nos enganchamos a quien nos activa las heridas del pasado, no a quien nos hace bien.” (Rojas Estapé, 2021)



Este concepto me llevó a cuestionarme: ¿estoy buscando aprobación en los lugares correctos? ¿O simplemente repitiendo un ciclo de dependencia emocional disfrazado de amor o éxito? Terapia me hizo ver que la validación externa se vuelve un espejismo cuando proviene de personas incapaces de ofrecernos lo que realmente necesitamos.


Por otro lado, Jonathan Haidt, en The Happiness Hypothesis, expone cómo nuestro bienestar depende del equilibrio entre nuestra parte racional y emocional. Utiliza la metáfora del elefante y el jinete para ilustrar cómo nuestras emociones (el elefante) suelen arrastrarnos en direcciones impulsivas, mientras que la razón (el jinete) intenta mantener el control. En palabras del autor:


“La felicidad proviene, en parte, de lograr que tu elefante y tu jinete trabajen juntos, en lugar de luchar el uno contra el otro.” (Haidt, 2006)



Esta idea me resonó profundamente en terapia. Muchas veces, sé racionalmente que no necesito la aprobación de los demás para valer, pero emocionalmente sigo anhelándola. Como Haidt sugiere, el verdadero crecimiento no está en negar nuestras emociones, sino en aprender a domarlas y encaminarlas hacia un lugar más saludable.


Estos dos libros me ayudaron a entender que la clave no es simplemente dejar de buscar validación, sino aprender a buscarla en los espacios adecuados: en personas que nos sumen, en relaciones que nos nutran y, sobre todo, en una voz interna que no dependa del reconocimiento ajeno para sentirse valiosa.


David Richo, en Cómo Ser un Adulto en las Relaciones (1999), habla sobre cómo nuestras relaciones están moldeadas por patrones inconscientes de la infancia. Muchas veces, buscamos en otros la validación que no aprendimos a darnos a nosotros mismos. En terapia, he descubierto que esta búsqueda es como un espejismo: cuanto más la perseguimos, más lejos parece estar. Como dice Richo:


"El amor maduro no es una transacción de necesidades, sino un compartir desde la plenitud.”



Es decir, el amor no debería ser un boleto de entrada a la autoestima, sino un reflejo de lo que ya hemos cultivado dentro de nosotros.


Algo similar menciona John Gray en Los Hombres Son de Marte, las Mujeres de Venus (1992), cuando explica cómo hombres y mujeres tienen formas distintas de procesar emociones y relaciones. Muchas veces, no pedimos lo que realmente necesitamos porque damos por hecho que el otro lo debería saber. En terapia, entendí que esperar validación sin comunicarlo es como poner un mensaje en una botella y esperar que alguien lo lea al instante. Como dice Gray:


"Las mujeres ofrecen amor con la esperanza de ser apreciadas, mientras que los hombres buscan aprobación con la esperanza de sentirse dignos de amor.”


Cuando dejamos de ver la validación como un trofeo externo y empezamos a dárnosla nosotros mismos, rompemos ese ciclo de dependencia emocional y construimos relaciones más sanas.



Al final de esta primera sesión, la respuesta de mi psicóloga no fue un consejo elaborado ni una técnica compleja, sino algo tan simple que casi me hizo reír por lo obvio que sonaba:


"Encuéntrate contigo mismo.”


Inténtalo por dos minutos —me dijo—. Silencio total. Sin música, sin distracciones, sin tratar de darle vueltas con una meditación guiada o personalizada. Solo tú, frente a ti mismo.


Y ahí estaba el reto: apagar el ruido. No llenar el vacío con listas de pendientes, ni con afirmaciones diseñadas para convencerme de que todo estaba bien. Simplemente, estar. Y en ese estar, escuchar lo que surja sin filtrar, sin intentar que sea bonito, sin forzarlo a encajar en una narrativa que me haga sentir mejor.


Parece fácil, pero es incómodo. Porque cuando dejas de correr, cuando te detienes por completo, es cuando realmente puedes verte. Y no siempre nos gusta lo que encontramos.

David Richo dice que el verdadero crecimiento ocurre cuando dejamos de buscar salvadores externos y empezamos a convertirnos en nuestra propia fuente de seguridad. Y eso implica aprender a estar solos sin sentirnos vacíos.




En Los Soprano, Tony tiene múltiples sesiones con la Dra. Melfi, pero rara vez escucha realmente lo que ella le dice. En vez de eso, busca justificar su comportamiento o encontrar validación en sus palabras. Es un patrón común: vamos a terapia esperando que alguien nos diga que estamos bien, que tenemos razón, que el problema es el mundo y no nosotros.


Pero la Dra. Melfi no le da ese consuelo fácil. Le devuelve preguntas, lo confronta con su propio vacío. Y Tony, como muchos de nosotros, evita el silencio. Prefiere el ruido del poder, la adrenalina del conflicto, cualquier cosa antes que enfrentarse a sí mismo.



Así que ahí va un reto para quien lea esto: ¿puedes estar contigo mismo, sin hacer nada, por dos minutos? ¿Sin un libro, sin un podcast, sin la pantalla de tu celular iluminando el silencio? ¿Qué surge cuando lo intentas?


A mí, siendo sincero, me cuesta, pero quiero intentarlo.


Tal vez la respuesta no llegue en dos minutos. Tal vez ni siquiera en cinco sesiones. Pero, en el fondo, creo que ese es el verdadero trabajo: dejar de buscar afuera lo que solo podemos encontrar dentro.


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