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HÁBITO CREATIVO #1: AMAR EL PROCESO

Foto del escritor: Mariano ZepedaMariano Zepeda

Actualizado: 13 ago 2023

"Amar el Proceso" Sin duda es algo que escucharás en la mayoría de los Podcasts, Videos de YouTube, o entradas de Blogs, pero aquí te comparto una serie de preguntas que me ayudaron a entender como es que en verdad se puede llegar a amar el trabajo del día a día.


Concéntrate en el trabajo, no en la recompensa.


Llegará más lejos el hombre que disfrute cada paso que dé, que aquél que simplemente piense en el destino. La meta es sentarte a trabajar, y dejar que el estado de flujo llegue a ti. Recordemos lo que decía Picasso: "La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando." Como el maestro llega cuando el aprendiz está listo, las musas arriban cuando el creador las seduce por medio de su ética de trabajo.



 

LA SERIE DE PREGUNTAS QUE ME HAGO:

  • ¿Qué haría si me dieran lo equivalente a un dólar?:

Me compraría algo de tomar y escribiría en casa.

  • ¿Qué haría si me dieran lo equivalente a diez dólares?:

Iría en 2-3 ocasiones a escribir a un café.

  • ¿Qué haría si me dieran entre $1,000 y $10,000 dólares?:

Teniendo en cuenta que mis finanzas personales estarían muy sanas, invirtiendo y ahorrando, solo tendría algo en mente: dedicarme unos meses de lleno a escribir, y no solo gozarlos, sino aprovecharlos.

  • ¿Qué haría si me dieran entre $100,000 y $1,000,000 dólares?:

Sin duda, ya tendría un departamento propio, y tras haber pensado en buenas inversiones, me enfocaría en tener diversas experiencias y viajes, pero a su vez, y más importante, me veo escribiendo. Las experiencias que viva, serían para escribirlas, y las personas y lugares que conozca, para terminarle de dar estructura a mis ideas.

  • ¿Qué haría si me dieran entre $10,000,000 y $100,000,000 dólares?:

Ante las tentaciones de caer en libertinaje sexual, en perderme con las nuevas experiencias que tenga, con nuevos estímulos y círculos sociales con metas distintas, puede que en una casa enorme, con lujos, me seguiría sentando todos los días a agradecer porque puedo escribir en paz y libertad. Escribiría con gusto, el dinero funcionaría para dedicarme de lleno a mi arte.


Teniendo todo el dinero del mundo, o nada, solo quisiera hacer una sola cosa cuando termine el día: Escribir. Si me pagaran por renunciar a escribir no aceptaría. Leer alegraba mi vida, escribir le dio sentido. Ayer, hoy y mañana escribiré como loco. Unos días mucho, otros días poco, pero al final, termina por ser inevitable.


¿CÓMO ME VEO SIENDO FELIZ?


En una ocasión, cuando apenas cumplía unos cuantos años de nacido, le preguntaron a mi papá: ¿Tú para qué educas a tu hijo, para que sea empleado o empresario? Mi padre respondió: Lo educo para ser feliz. Creo que hoy más que nunca se sataniza el decir que uno desea tener un trabajo estable, fijo, y se glorifica a quienes emprenden, lo cuál está bien, es un gran incentivo económico en cualquier parte del mundo. Aunque en ocasiones seguimos a ciegas y aplaudimos a quienes lo hacen sin propósito, y terminan por solamente ego creando un negocio sin pies ni cabeza, o sin algo que aporte valor en realidad.


El punto del párrafo pasado se resume en qué si creo que tener un buen sustento económico ayudará bastante a poder seguir creando arte (por medio de la escritura, en mi caso) sin prostituirlo o convertirlo en Sietemesino. El saber invertir en diversas fuentes de ingresos pasivos es primordial, y más en este siglo. Pero en realidad, teniendo una vez cubierta esta parte que muchos abiertamente dicen querer, aunque dan respuesta ambiguas cuando se indaga más en el tema, termina siendo banal. Pero si me dijeras que sería felicidad para mí, sería lo siguiente:


Me imagino a un amigo llegando a una casa amplia, moderna y de buen gusto, en dónde espera en la espaciosa sala a un costado de las escaleras. En eso, bajo yo, sin haberme bañado o rasurado, en pijama, sin peinar. Él pensando que estoy en triste / deprimido me cuestiona cómo es que me ha estado yendo en los últimos días, a lo que yo respondo que me siento de maravilla. Le cuento del nuevo proyecto que tengo, y como es que se me han pasado las horas y los días inmerso en mi nueva creación. Luego paso a despedirme para seguir trabajando.


Romantizado, idealizado, y con bastante ficción, lo sé. Pero mi punto radica en cuanto como es que mientras meditaba realizando visualizaciones, describía de tal manera mi comportamiento por el sentimiento de pasión que se desbordaba, y no por la sensación de euforia efímera, sino por la visión y compromiso que tengo con una idea, con un proyecto.



Mi padre desde chico me contaba como es que una ocasión (aun por corroborar posterior a investigaciones en proceso) un periodista fue a la casa de Auguste Rodin para entrevistarlo. Mientras le daba Rodin un recorrido por su taller, describiendo sus obras en proceso, le pidió permiso para corregir un ligero cambio a una de sus esculturas, era mínimo. Fue tal su estado de flujo que el periodista le esperó por casi cuatro horas.


Rodin se había olvidado de que ahí estaba el periodista, por lo que de inmediato se disculpó. Mencionó que se había olvidado de su presencia y que en cambio se había puesto a trabajar. El periodista agradeció la visita, y pasó a mencionarle que no se disculpara, que con ese simple gesto le había demostrado la pasión que tenía, motivo de la entrevista.


Una de las metas dentro del mundo creativo es enamorarse tanto del trabajo que puedas ingresar al estado de flujo, estado el cual todo comienza a tomar sentido y es tal el nivel de concentración, que el arte y creador se fusionan.


¿CUÁL ES MI SUEÑO?


Cuando me preguntaron en una ocasión que era aquello qué más disfrutaba de escribir, la respuesta puede ser redundante en ciertos aspectos, pero por más fácil y sencilla que parece, en ocasiones no es tan evidente. La respuesta fue: Escribir y Reescribir.



ESCENARIO IDÍLICO.


Lo que en verdad se me vino a la mente cuando respondí mi parte favorita del proceso, no pude evitar pensar en verme sentado de frente a mi computadora escribiendo. Ya fuera en un café, en mi estudio, en uno de los espacios creativos del Coworking en el que trabajo. No pensé en nada más.


No se me vino a la mente el reconocimiento, aclamación, o siquiera me imaginé el ingresar a mi aplicación bancaria para ver que tan redituable fue mi último proyecto. Simplemente pensé en la verdadera satisfacción y plenitud que me causa sentarme y trabajar. Nada más.



Una tarde perfecta sería estar conmigo mismo y un acérrimo teclado que es tan difícil de montar, al igual que un toro; tomando Whiskey o café, escuchando música de Einaudi, Glass, Górecki, West o Bowie, simplemente trabajando. Fallando, escribiendo y reescribiendo. Me encanta escribir y escribir aun sabiendo que (por estadísticas personales que conozco) seguramente el 85% - 90% no sirve para nada; ni siquiera para reutilizarlo en un futuro.


El escenario que me rodea cambiará, ya sea una gran casa con jardín, un departamento con una hermosa vista, o un sitio el cual aun no pueda imaginar dentro de las limitaciones que tengo, al contemplar que tanto podrá impactar mi obra. Ir a Dublín, tierra de Joyce no estaría mal. Pero aunque el sitio llegue a variar, la acción prevalece: Trabajar, y amar el proyecto que esté elaborando.


Si hoy fue un gran día, tengo la certeza de que mañana también lo será, porque tendré la dicha de seguir haciendo lo que tanto me gusta: Escribir.

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